Vaya dos semanitas que llevamos con las cinco. La semana pasada ya no las contesté porque no me sentía inspirada, así que esta semana aun a riesgo de equivocarme voy a intentarlo. Se trata de adivinar a que libro pertenece cada uno de los siguientes fragmentos.
1) Macondo era entonces un aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban
por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.
Se trata de Cien años de soledad de Gabriel García Márquez. El autor lo tenía claro en cuanto he leído Macondo pero tengo que reconocer que el libro no lo he leído. Me ha tenido que echar una mano mi madre.
2) Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico,
rozándolas apenas, las forecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente "¿...?", y viene a mi con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no
sé qué cascabeleo ideal...
Este sí que me lo sé. Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Tenía un profesor en el colegio que cada vez que aparecía el director por la puerta nos hacía levantarnos y recitar el primer párrafo. Lo tengo tatuado en la mente, no creo que se me olvide nunca.
"Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro."
3)Podéis imaginar entonces mi sorpresa cuando, al despuntar el día, me despertó una extraña vocecita que decía:
- Por favor... dibújame un cordero.
- ¿Qué?
- Dibújame un cordero.
Me levanté de un salto como su hubiera sido alcanzado por un rayo. Me restregué los ojos. Miré detenidamente.
Y vi un niño, realmente extraordinario, que me observaba gravemente.
Esta no la sé y aunque supongo que podría adivinarla si investigo un poco por la red, no la contestaré.
4) ¿Qué veo? ¿Una copa apretada en la mano de mi fiel amo?
¡El veneno, por lo visto, ha sido la causa de su prematuro fin!...¡Oh ingrato! ¿Todo lo apuraste, sin dejar una gota amiga que me ayude a seguirte! ¡Besaré tus labios!... ¡Quizá quede en ellos un resto de ponzoña para hacerme morir con un beso reconfortante. (besándole) ¡Tus labios están calientes todavía!
Romeo y Julieta de Shakespeare. Tampoco lo he leído nunca, solo fragmentos. Mi madre me lo ha verificado.
5) Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no legaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de comprensión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza.
Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra. Este me lo leí unas cuantas veces cuando era pequeña, en versión cómic. Con el original no me atrevo. Ha sido fácil de identificar.
Esto es todo, espero haberlo hecho bien.
Feliz San Jordi a todos, en especial a los Jordis y Jorges.